La final de la Copa Colombia entre América de Cali y Atlético Medellín terminó con desmanes y violencia.
Los hinchas locales intentaron entrar al campo de juego y una horda de personas invadió la cancha, provocando lesiones a tres policías y daños materiales en el estadio Pascual Guerrero.
El árbitro suspendió el partido 5 minutos antes del final.
Debido a los disturbios, los jugadores de Atlético Medellín tuvieron que abandonar la ciudad en una tanqueta de la policía.
La premiación del título se hizo en el camarín del estadio y no se llevó a cabo una ceremonia formal debido al conflicto.
El alcalde de Cali ofreció una recompensa por información sobre los responsables de los actos violentos, y la División Mayor del Fútbol Colombiano condenó los “actos de violencia” que ocurrieron durante el partido.