Finalmente llegó la hora de votar la reforma constitucional que modifica la Carta Fundamental en lo relativo al sistema electoral. Aprobada en el Senado, se despachó esencialmente a la Cámara Baja para su análisis. La reforma busca establecer un umbral electoral del 5%, lo cual significa que sólo los partidos políticos que alcancen al menos el 5% de los votos válidamente emitidos tendrán derecho a optar en la distribución de los escaños de la Cámara Baja.
Algunos senadores como Alejandra Sepúlveda, criticaron esta medida, calificándola como “la dictadura de los más grandes”. Sin embargo, defensores del proyecto argumentan que busca estabilidad y gobernabilidad al establecer un sistema en el que existan partidos más sólidos y representativos.
El senador Juan Castro Prieto expresó su esperanza de que la Cámara rechace todo el proyecto, considerando a los partidos políticos como “un desastre”. Sin embargo, desde el oficialismo se defendió la iniciativa, asegurando que busca generar cambios de conducta y permitir debates en un clima de responsabilidad.
Otro aspecto crucial de la reforma es que cesará en su cargo el diputado o senador que renuncie al partido político a que hubiera declarado su candidatura. Sin embargo, para Pascual, este inciso es una “renuncia con elástico”, permitiendo excusas para renunciar.
La reforma electoral no busca beneficiar a nadie en particular, sino generar cambios de conducta en quienes participan en las elecciones. El ministro del Interior, Álvaro Elizalde, anunció que el Gobierno enviará en junio un proyecto de ley que apunta a modificar los requisitos para crear partidos políticos, haciéndolos más exigentes.