La llegada de Carlo Ancelotti al banco de la selección de Brasil ha sido investigada por la FIFA debido a una posible irregularidad relacionada con un pago de 1,2 millones de euros. Este dinero se habría destinado a un intermediario que, según los registros oficiales, no existe.
El organismo rector del fútbol mundial ha puesto el enfoque en Diego Fernandes, un empresario brasileño afincado en Madrid. Fernandes fue crucial para la salida anticipada de Ancelotti del Real Madrid y su contratación con la Verdeamarelha. Sin embargo, el problema radica en que Fernandes no está incluido en la lista de agentes autorizados por la FIFA.
El episodio ha generado sospechas de irregularidades, y la FIFA ya exigió explicaciones. Según UOL, la Confederación Brasileña de Fútbol (CBF) tiene hasta el 4 de junio para presentar el contrato firmado con Fernandes, junto con correos electrónicos, mensajes y toda la documentación relacionada a la negociación.
No se trata de una formalidad simple. La FIFA busca determinar si se violó el artículo 11 del nuevo Reglamento de Agentes, que prohíbe expresamente a personas no registradas intervenir en fichajes o contrataciones.
La historia tiene un trasfondo aún más complejo. La contratación de Ancelotti fue acelerada en diciembre, en medio del caos institucional que sacudía a la CBF. Ednaldo Rodrigues, entonces presidente de la federación, enfrentaba una destitución judicial inminente y, en medio del torbellino, apuró el fichaje del técnico italiano.
Como parte de esta movida, Fernandes fue encargado de liderar las conversaciones con Ancelotti, su entorno y el Real Madrid. Su protagonismo no cayó bien en la nueva conducción de la CBF, donde lució una camiseta retro de la selección brasileña, posó para las cámaras y contrató su propia agencia de comunicación para promocionar su papel.