El vuelo chárter con 44 chilenos deportados desde Estados Unidos aterrizó pasadas las 00:30 horas en el Aeropuerto Internacional de Santiago. La nave, que partió desde suelo estadounidense con una escala técnica en Perú, culminó un operativo marcado por horas de incertidumbre para decenas de familias apostadas en Pudahuel.
Entre los deportados, al menos tres personas tienen órdenes de detención vigentes y serán puestas a disposición del Ministerio Público. La Policía de Investigaciones (PDI) coordinó un operativo especial para recibir el vuelo. Mientras la mayoría de los deportados se reunirá con sus familias en las próximas horas, los tres implicados en delitos —asociados a casos de “casas de lujo” en EE.UU.— serán trasladados a centros de detención locales.
Aunque algunos familiares respiraron aliviados tras el aterrizaje, persisten las críticas por la falta de información previa. “Nos enteramos por la prensa, no por las instituciones”, dijo un hombre que llegó desde Temuco a buscar a su hija.
Minutos después de que el avión tocara la losa, los chilenos deportados iniciaron los trámites de ingreso. Entre ellos hay personas con visas vencidas, casos administrativos y al menos dos mujeres que denunciaron maltratos en centros de detención estadounidenses.
Un grupo de familiares compartió su frustración con la prensa. Giselle Espinoza, sobrina de Yerko Aliaga, relató que su tío fue detenido en Miami pese a tener documentos vigentes. “Lo arrestaron mientras trabajaba. Mostró su identificación, pero lo trasladaron a tres centros sin explicaciones”, afirmó. Según su versión, las redadas contra latinos se han intensificado. “Su novia confirmó que en el centro donde estaba había decenas en su misma situación”, expuso a RBB.
En tanto, Marisol Campos, esposa de Natanael, espera con ansias en el aeropuerto. Su marido fue detenido en Alabama tras vencer su visa. “Lo agarraron sin piedad. Llevaba cuatro meses en una cárcel donde solo permitían visitas tras un vidrio”, contó.